Personalmente, recordaré el 2012 como el año en el que murió uno de mis grandes héroes. Desde niño me ha gustado el espacio. Tenía libros con los planetas, las estrellas, galaxias, cometas y asteroides. Las historias de ciencia ficción -con personajes que recorrían la galaxia para salvar a una princesa, o tan solo enriquecerse en una aventura épica- cautivaron mi imaginación apenas las conocí. No podía saber suficiente sobre el espacio. ¿Qué eran las estrellas? ¿Qué era el sol? ¿Qué tan grande era el universo? ¿Cómo se había formado? La ventana de mi habitación, a 14 pisos de altura, me hacía sentir mientras pensaba en estos temas más cerca del cielo que del suelo. Más familiarizado con las estrellas que con las personas. Entre todos los elementos que luchaban por mi atención, era la Luna, grande y brillante, la que usualmente ganaba.
Era la sensación de ver otro mundo flotando en el espacio, así como en los libros y dibujos. Aún recuerdo mi sorpresa cuando lo supe. Asumí que era mentira (escéptico desde pequeño). No podía ser posible que alguien hubiese estado allí. Eventualmente, la evidencia terminó convenciéndome. Era verdad, alguien había ido a la Luna. No daba crédito a mis ojos mientras veía las fotos y leía sobre los descubrimientos que se habían hecho. ¿Quién podía ser tan loco como para subirse a un cohete y salir disparado hacia la Luna? ¿Y cómo volvieron?
Estas tienen que ser las personas más valientes que hayan vivido, pensé. Pero lo entendí, y aún lo entiendo. Saber es explorar. Nuestros antepasados atravesaron ríos, océanos, desiertos, junglas y bosques; siempre avanzando hacia la próxima frontera. Esa necesidad de ver qué hay sobre la próxima colina está en nuestros genes. Nómadas, cazadores y recolectores, que sobrevivieron y prosperaron porque vieron más lejos.
La frontera actual ya no es al norte o al sur, la montaña o la tundra. Es hacia arriba. El “Océano Cósmico” del que hablaba Sagan. Y así como antaño, aún hay pioneros y héroes. Celebro su valentía, y despido este 2012 a Neil Armstrong, primer ser humano en caminar sobre otro mundo.
Claro está, Neil no se ha ido a ningún lado, sus átomos solo están un poco menos ordenados.
Me encantó esta publicación, recuerdo siempre esos momentos de verte en ” el espacio” . Sigue explorando