Comprensión profunda

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La miniaturización de la tecnología a veces pareciera ir al revés en la exploración espacial. Donde las computadoras de escritorio, laptops y celulares han visto una tendencia marcada hacia dispositivos más pequeños, los laboratorios y exploradores mecánicos que se envían a otros planetas cada vez son más grandes y complejos. Solo tenemos que comparar el rover Sojouner – del tamaño de tu típico horno de microondas – con el Curiosity, que es tan grande como un automóvil compacto. Pero que este historial de exploración no los confunda: más grande no siempre es mejor.

No se trata solo del costo exponencial de sacar cualquier objeto de la órbita terrestre (aún no tenemos ese conveniente elevador espacial. Simplemente, hay trabajos que requieren sutileza. Tal sería la labor de explorar las lunas heladas del sistema solar, como Europa y Encélado. Ya hace un tiempo discutimos las oportunidades que representaban sus océanos internos de agua salada para la vida, y las facilidad para estudiar su composición química desde afuera ya que – literalmente – ambas lanzan agua hacia el espacio. Pero a nadie engaña la modestia de ese plan. Nuestra curiosidad solo quedará saciada cuando enviemos un submarino a navegar por esas aguas oscuras, sacando fotos de las maravillas (vivas o no) que sin duda se ocultan en las profundidades. Es allí donde entra en escena el prototipo de exploración submarina que ven en la imagen.

El “DADU” (por sus siglas en inglés de “Acceso más Profundo, Comprensión más Profunda”) usaría 8 pequeños motores para moverse 972139_388384637948377_157904316_npor las cavernas de hielo submarinas, conectado por un cable de fibra óptica a la nave que habría “aterrizado” en la superficie. Al igual que el Curiosity en Marte, seguiría instrucciones humanas, pero también podría actuar por su cuenta para evitar obstáculos y daño inmediato (el mensaje “¡DADU, esquiva eso!” tardaría alrededor de media hora en llegar a Júpiter, incluso a la velocidad de la luz. DADU no duraría mucho si no tuviera cierta independencia).

La verdadera magia tecnológica viene en la miniaturización. Varios de los sensores son más pequeños que la uña de tus dedos. El sonar (ecolocación como la de las ballenas) cabe en una caja de fósforos. Incluso se plantea que pueda tomar muestras de posibles formas de vida. Por supuesto, el material de construcción debe ser increíblemente resistente, ante los extremos de radiación, temperatura y presión que tendría que soportar. Nada menos que el titanio serviría.

En los océanos de La Tierra, lanzar un objeto colgado de una cuerda normalmente produce una reacción en la vida nativa. Lo llamamos pescar. Puede que el sueño de Neil deGrasse Tyson de pescar en el hielo de Europa no esté tan lejos de hacerse realidad. No creo que nadie se moleste si una forma de vida extraterrestre arranca el submarino del cable.

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