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Tan variadas como son las lunas de nuestro sistema solar – desde las rocas amorfas que giran alrededor de Marte; esas promesas de hielo del sistema solar externo (Europa y Encélado); y la muy volcánica Io – hay una que destaca entre sus pares, casualmente atada a un planeta que no necesita introducción. No contento con sus espectaculares anillos, Saturno también ostenta la única luna de nuestro sistema solar con una atmósfera densa, muy diferente a los desiertos helados que solemos asociar a estos pequeños mundos, expuestos comúnmente al vacío inclemente del espacio.

No es casualidad. Los cuerpos celestes necesitan ser realmente masivos para ejercer la atracción gravitatoria necesaria para atar gases a sus superficies (proporcionalmente más masivos mientras más cerca estén del Sol), y esta es una característica que la mayoría de las lunas – normalmente hechas de residuos de la formación planetaria – no suelen tener. Titán, el sexto satélite natural de Saturno, es el único en este vecindario que ha logrado la hazaña – y de qué manera: su atmósfera es incluso más densa que la de nuestro planeta.

De hecho, desde su descubrimiento en el siglo 17 por Christian Huygens hasta la visita de las Voyager en los recientes años 70, se pensaba que Titán era la luna más grande del sistema solar (honor que en realidad mantiene Ganímedes, que orbita alrededor de Júpiter), debido a que su baja gravedad causa que su atmósfera se extienda muchos kilómetros hacia el espacio, engordando artificialmente su diámetro percibido. Eventualmente fue un sucesor mecánico de este astrónomo pionero – la sonda “Huygens” que llegó junto con Cassini hace 9 años al planeta gigante – el que pudo penetrar por primera vez estas nubes tan densas y opacas. Lo que descubrió fue un lugar extraño, pero a la vez familiar.

Sucede que Titán es el único mundo conocido – además de La Tierra – que mantiene cuerpos líquidos estables en su superficie. A diferencia de todas las demás lunas, Huygens pudo observar enormes mares y lagos mientras descendía hacia los – 179º grados centígrados de la superficie helada. Por supuesto, no se trata de agua lo que corre por esos ríos, ni es agradable la lluvia que constantemente “flota” con lentitud hacia el terreno húmedo. Se trata de metano en forma líquida (lo que acá llamamos gas natural), rico en hidrocarburos que bien podrían contener los ingredientes fundamentales de la vida que conocemos.

Cassini – que se quedó viendo desde afuera – poco había tenido oportunidad de observar estos cuerpos líquidos, casi siempre ocultos 7733_18455_1por espesas nubes – hasta este año. Titán comienza finalmente a salir de su largo invierno, y los rayos del Sol se abren camino hacia el polo norte, revelando el mar que domina el paisaje: “Kraken Mare” – tal como podemos apreciarlo en esta imagen manufacturada a partir de luz infrarroja. Con todo lo alienígena que nos resultan estas fotografías, no se nos escapan las similitudes con nuestro hogar, ni las implicaciones sobre la diversidad de mundos que han de poblar el cosmos.

¿Cuántos lugares, con geografía e historia propia – familiares pero ajenos – flotarán entre las estrellas esperando ser conocidos? Es una noción que está más allá de nuestra imaginación. Sin embargo, ya hemos comenzado a dar pasos en esta nueva exploración, y los resultados son realmente dignos de apreciar.

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