Ondas gravitacionales

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Esta página de Facebook – Sobre Hombros de Gigantes – fue creada en enero del año 2012, con el objetivo de hacer públicas las ideas sobre ciencia, y el universo que ésta nos revela, que por un buen tiempo habían estado rebotando en mi cabeza. Nací un día miércoles en Julio de 1986, en una pequeña ciudad costera, fundada alrededor del año 1501 por monjes franciscanos, en el recién “descubierto” continente americano. Un continente que comenzó a formarse hace 135 millones de años, cuando se separó del extremo occidental de Gondwana en un gran cataclismo geológico.

Tales movimientos de la corteza terrestre se dan por causa de la energía interna residual de la formación de nuestro planeta – sucedida hace unos 4,500 millones de años, no mucho después de que se encendiera nuestro Sol, 100 millones de años antes. Se trataba de una más entre incontables estrellas que habían nacido en la Vía Láctea – una galaxia formada por colapso gravitatorio hace unos 10 mil millones de años, flotando en un universo que no le llevaba mucha edad, pues el mismo cuenta con 13,700 millones de años de antigüedad.

Hagamos una pausa ahora, y reconozcamos que uno de estos elementos no es como los otros.

Puede resultarnos evidente, intuitivo, que todo lo que existe en el universo tuvo un inicio, pero ¿el universo en sí? La idea de un origen parece en principio provincial, casi vulgar, cuando se pretende aplicar a la inmensidad del cosmos. Justo por eso se descartaba hace apenas cien años, época en la que la noción dominante era que el universo siempre había existido tal cual lo veíamos – infinito tanto en espacio como en tiempo.

No fue inmediatamente bien recibido, cuando el físico Georges Lemaítre sugirió que el alejamiento de las galaxias se debía a la expansión uniforme del universo, y que si calculábamos hacia el pasado llegaríamos a un punto único en el que todo – materia, energía, espacio y tiempo – habría estado concentrado. De allí, todo se habría expandido de manera similar a una “gran explosión”: el ahora aceptado modelo del Big Bang.

A pesar de que suele entenderse de esa forma, el Big Bang no describe el inicio del universo (para eso aún no hay una teoría definida), sino el cambio de fase entre ser extremadamente pequeño y denso hasta la forma enorme y expansiva que tiene el día de hoy. Como cuando un material pasa de sólido a gaseoso, el cosmos entero pasó por un evento que lo obligó a expandirse exponencialmente en un proceso conocido como “inflación”.

Suena complejo, pero eso explicaría por qué el universo es relativamente uniforme en todas direcciones (así como estirar una sábana reduce las arrugas), y esta semana se dio a conocer la mayor evidencia de que efectivamente sucedió. El mejor indicativo actual del Big Bang es el Fondo de Radiación Cósmica: el calor residual del universo joven, liberado unos 300 mil años después de la inflación inicial, y que aún puede medirse al día de hoy. Usando el observatorio BICEP2 en el polo sur, astrónomos pudieron identificar alteraciones en esa señal que solo podrían explicarse si el universo se hubiera inflado aceleradamente en sus inicios – causando ondas gravitacionales a través del plasma que contenía – cuando aún no había pasado ni una mil trillonésima de trillonésima de segundo en nuestra línea de tiempo.

Es un descubrimiento sin precedente en la cosmología, que revela una imagen del universo cada vez más coherente, y nos acerca aún más al premio final: la explicación del origen del cosmos – probablemente uno más en un espacio atemporal simple, elegante y verdaderamente infinito.

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