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Luego de dos años terrestres (alrededor de un año marciano) recorriendo la superficie helada del planeta rojo, es de esperarse que el rover Curiosity muestre algunas cicatrices en sus ruedas, como resultado de su navegación accidentada por el terreno empedrado. Lo que no era de esperarse es que los daños fueran tan pronunciados en tan poco tiempo.

BvZ4m7sIcAAj92uComo revelan las imágenes que el mismo robot nos envía de su sistema de locomoción, las ruedas presentan toda clase de lesiones, golpes y huecos, en mayor o menor grado. Las lesiones y los golpes son comprensibles dentro de los modelos: a medida que el metal de la rueda se deforma en su contacto con el suelo, el material va perdiendo algo de flexibilidad y desarrollando problemas parar regresar a su forma original. Lo realmente sorprendente son los huecos que se están abriendo en el metal.

Es evidente que el desierto marciano está lleno de rocas puntiagudas, pero estas condiciones fueron probadas extensivamente en La Tierra, antes de enviar el rover, y definitivamente no pueden ser culpadas por los daños que observamos. Más bien, se trata de roca sólida de la corteza marciana, que aunque aparenta ser como cualquier otro objeto, tiene la particularidad de ser inamovible. El Curiosity puede empujar las rocas filosas gracias a su navegación de 6 ruedas, pero si la roca no se mueve (porque es parte de la estructura rígida del suelo), es el material de la rueda el que se quiebra.

Afortunadamente, ya el equipo que maneja al rover está al tanto del problema, y han tomado medidas que garantizarán el éxito de la misión actual, y las que vengan. Solo habrá que dar una que otra vuelta adicional para alcanzar el destino.

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