Fallas cerebrales

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Las apariencias engañan… pero no es su culpa. Verán, la realidad que percibimos es un trabajo compuesto. El resultado de un 543834_301495489970626_651617308_nproceso que comienza con lo que pueden percibir nuestros sentidos, y la manera en la que nuestro cerebro almacena y transforma en información útil ese estímulo. Gracias a la ciencia, sabemos que hay mucho que la evolución no nos preparó para apreciar, como la luz infrarroja o ultravioleta, o los sonidos más graves o agudos de lo que nuestros oídos pueden detectar. Pero la historia no termina allí.

Incluso cuando sí percibimos el estímulo, es fácil ser “engañados” por alguna falla de procesamiento al nivel del cerebro. Las llamadas “ilusiones ópticas” (porque preferimos verlas así, en lugar de como “fallas cerebrales”) son un buen ejemplo de esto. En el caso de la fotografía tenemos dos líneas rojas de igual tamaño que tu cerebro insiste en mostrarte de tamaños diferentes.

Sí, son del mismo tamaño, mídelas.

Tú cerebro está notando la profundidad en la imagen y amplificando artificialmente el tamaño percibido de los objetos que cree más lejanos (Pero no están más lejanos, porque tu pantalla es plana). Lo mismo sucede cuando vemos la Luna en el horizonte más grande que cuando está encima de nuestras cabezas. El cerebro percibe más distancia hacia el horizonte que hacia arriba, y amplifica el tamaño percibido de nuestro hermoso satélite.

Es una de las razones por las cuales es importante ser escéptico, incluso de nuestros sentidos. Afortunadamente, la búsqueda lógica y sistemática de evidencia va más allá de las percepciones individuales, y a través de su aplicación en la ciencia, ha demostrado ser una gran manera de superar nuestras barreras naturales para entender el universo como realmente es.

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