Se va el viajero

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Saludos gigantes. Finalmente, la recopilación de momentos del 2012 para la posteridad se acerca a su conclusión con el Top 3. Estos eventos tienen el potencial de producir enormes cantidades de nuevos conocimientos, pero no es eso lo único que los hace especiales. Destacan de todo lo mencionado hasta ahora en la lista por lo que representan: el esfuerzo colectivo por aprender más sobre el universo, por llegar – a pesar de todas las limitaciones – a donde nadie ha llegado antes. Los resultados de grandes ideas aplicadas prodigiosamente, que revelan de igual forma la naturaleza del cosmos y la de la mente humana. El número 3 les parecerá, sin duda, un buen ejemplo de esto.

3) El Voyager I a punto de salir del sistema solar

Hay algo especial en la misión Voyager, que se lanzó en 1977 para explorar los planetas gigantes del sistema solar – Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno. Algo que no resulta evidente tan solo leyendo los detalles sobre los parámetros de la investigación que se realizaría, o las avanzadas especificaciones tecnológicas (para la época, al menos) de la computadora a bordo. Quizá la mejor manera de realmente comenzar a apreciarlo es escuchar a Carl Sagan, quien estuvo muy involucrado en todo el asunto, describir a la sonda como una “botella con un mensaje, flotando en el océano cósmico para ser tal vez encontrada algún día por una lejana civilización, o nuestros descendientes remotos”. Esta metáfora fue más que un recurso literario de Sagan – a quién no se le daban nada mal – porque, efectivamente, la nave carga consigo un mensaje para quien la encuentre: un disco dorado, una colección de imágenes, sonidos y saludos de La Tierra, y los terrestres. Tormentas, volcanes, cohetes espaciales, aviones y animales. Saludos en 55 idiomas humanos y cantos de ballenas; el rostro de la vida en este rincón de la galaxia, a bordo del bien llamado “viajero” que abandonaría el sistema solar luego de su misión.

Ahora, la idea de que una civilización alienígena pueda encontrar al Voyager es algo romántica. La nave se aleja del Sol actualmente a más de 17 mil Km/h, pero incluso a esa fantástica velocidad le tomaría unos 70 mil años llegar a la estrella más cercana “Próxima Centauri” (y no va en esa dirección), debido a las gigantescas distancias de la galaxia. Sin embargo, si nada demasiado catastrófico le sucede, la nave podría estar recorriendo el espacio por millones de años, quizá el último vestigio de una civilización que una vez existió en un planeta llamado “Tierra”, un punto azul pálido flotando en el vacío, como una mota de polvo suspendida en un rayo de luz.

Estas últimas palabras son la manera en la que Sagan describió la famosa foto que el Voyager I sacó de nuestro planeta desde Saturno, casi a modo de despedida, antes de partir. Una foto que ha venido a representar la inmensa fragilidad de nuestro mundo, y la responsabilidad que eso genera en cada uno de nosotros para cuidar el planeta que nos produjo, y ser más amables unos con otros, plantas y animales.

Después de más de 30 años, el Voyager I aún envía señales, avisando que la actividad magnética que observa es característica de la última barrera del sistema solar, donde las partículas que dispara el sol chocan con las del vacío entre las estrellas. Se acerca el día en que el silencio lo consuma finalmente, y este emisario robótico continúe solo, llevando nuestro mensaje. Incluso si nadie lo encuentra, o si al encontrarlo no pueden entenderlo, hay algo que trasciende al lenguaje. Su sola existencia es indicativa de que estuvimos aquí, y vimos hacia arriba.

Un gran mensaje, si me preguntan a mí.

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