En mi recopilación personal de los eventos significativos del año pasado, mencioné que el Voyager I estaba por salir de nuestro sistema solar. Allí recordé la foto que tomó la sonda de nuestro planeta – desde más allá de Saturno – en su viaje de salida, y lo que ha venido a significar esta imagen para los que la hemos apreciado. Para los que no la conocen, dejaré que sea el mismo Sagan quien les explique el origen del adjetivo: “Punto Azul Pálido”.
“En nuestra oscuridad – en toda esta vastedad – no hay indicios de que vendrá ayuda de otro lado a salvarnos de nosotros mismos. La Tierra es el único mundo que conocemos, hasta ahora, que alberga vida. No hay ningún sitio, al menos en el futuro cercano, al cual pueda emigrar nuestra especie. Visitar, si. Quedarnos, aún no. Nos guste o no, por el momento, La Tierra es donde resistimos. Se ha dicho que la astronomía es una experiencia que produce humildad y carácter. No hay quizá mejor demostración de la locura de las presunciones humanas que esta imagen distante de nuestro pequeño mundo. Para mí, subraya nuestra responsabilidad de ser más amables unos con otros, y preservar y apreciar el punto azul pálido, el único hogar que hemos conocido. — Carl Sagan”
Esta es quizá la reflexión más importante que podemos hacer en esta época moderna, donde el poder tecnológico que hemos desarrollado nos ha dado una consciencia tan amplia sobre nuestro lugar en el universo, y nuestro rol en el ecosistema del que dependemos todos los terrestres. No me cabe duda de que, muy probablemente, el espacio es nuestro futuro, y espero poder apreciar adelantos significativos en este tema antes de morir, pero no perdamos nunca de vista esta verdad central que la evolución ha impreso en nuestros genes:
La Tierra es casa.