¿Puedes describir el universo en una sola frase?
Difícil tarea, sin duda alguna. En cualquier idioma sería un verdadero reto condensar la inimaginable complejidad que observamos en la naturaleza en un mero grupo de palabras seguido por un humilde punto (aunque acepto y promuevo que lo intenten en los comentarios). Desde las enormes escalas de las galaxias – que se numeran en los cientos de miles de millones (más que todos los granos de arena en todas las playas de La Tierra), hasta el mundo imperceptible – y muchas veces incomprensible – de lo muy pequeño, en donde el más mínimo pedazo de material es hogar de una cantidad absurda de partículas.
Por mucho tiempo la humanidad ha tratado de reducir esa complejidad en un intento desesperado por hacerla entendible, siempre buscando una regla subyacente, algún mecanismo interno que explicara el cosmos que percibimos, e incluso, nuestras propias percepciones. El progreso no ha sido fácil, y la naturaleza tiene una manera de hacerse más complicada a medida que más descubrimos de ella, pero los avances que hemos realizado deben ser motivo de orgullo para toda la especie. Donde antes nos preguntábamos qué eran los rayos (y por qué el trueno tardaba en llegar), o por qué temblaba el suelo ocasionalmente, o por qué llovía, o qué mantenía al Sol brillando en el cielo (imaginen por un momento un mundo donde nada de esto tenía respuesta), ahora las preguntas son del orden del origen del cosmos, de la vida, de la masa, la existencia de inteligencia extraterrestre, la materia imperceptible (oscura), y los infinitos universos paralelos. La ciencia nos ha permitido entrar, más allá de toda posibilidad de retorno, en el agujero del conejo.
El resultado es que actualmente hemos logrado condensar el discurso sobre el universo en sus expresiones más básicas: las interacciones entre la materia y la energía, descritas por tan solo 4 fuerzas fundamentales: la gravedad (la que te tiene pegad@ al suelo), el electromagnetismo (que le está dando energía al dispositivo que usas para leer esto, y evita que atravieses la silla en la que estás sentad@), la fuerza nuclear “fuerte” (el pegamento que mantiene unidos a los átomos de tu cuerpo), y la fuerza nuclear “débil” (que poco a poco debilita estas uniones y hace que los átomos decaigan con el tiempo). La imagen actual son 12 partículas y 4 fuerzas: el Modelo Estándar de Partículas del Universo, que describe todo lo que existe… o eso pretende, ya que aún es un trabajo en proceso para las escalas más pequeñas y nuevos elementos como la materia oscura. Sin embargo, es importante que apreciemos que las leyes que gobiernan el día a día del universo son, en su núcleo, casi por completo entendidas. Sabemos mucho más de lo que una criatura de nuestras dimensiones tiene derecho a saber, y nos lo hemos ganado a pulso.
El físico Sean Caroll sumariza maravillosamente estas “leyes” naturales en la ecuación de la imagen: la amplitud de la transición de un estado físico a otro, que toma en cuenta la física cuántica que gobierna a las partículas, el espacio-tiempo en el que se manifiestan, la gravedad que las afecta, las interacciones potenciales con las otras 3 fuerzas, la mecánica interna que define a la materia, y la masa que obtienen al interactuar con el campo de Higgs.
Quizá no hay manera de expresar el universo en palabras, pero la matemática es un lenguaje mucho más poderoso; es la más importante de las invenciones humanas, y esta teoría uno de los mayores logros intelectuales de la historia. Yo no soy físico, pero recuerdo que cualquier ecuación puede expresarse como “X = 0”, para alguna definición de X, así que, ¿qué tan difícil puede ser?
[…] una ocasión ponderamos la posibilidad de que el universo fuese descriptible en términos humanos. Esa noción de que con alguna frase -en algún idioma- se pudiese explicar su funcionamiento […]