Esta imagen del Comandante Chris Hadfield versionando “Space Oddity” de David Bowie – que comentamos recientemente (http://on.fb.me/17wITeD) – podría pasar a la historia como la mejor predicción real de la posible vida de un ser humano en el espacio, en el futuro remoto de nuestra especie. Eso, claro, asumiendo que se superen algunos de los grandes retos que enfrentamos en nuestra naciente carrera espacial, la mayoría asociados a nuestra biología tan dependiente del ambiente terrestre. En este medio siglo de exploración espacial, algo ha quedado claro: la ausencia de aire oxigenado en el espacio es la menor de nuestras preocupaciones.
Chris se ve muy relajado – tocando su guitarra – en esta toma, pero la verdad es que su cuerpo está sometido a condiciones para las cuales no lo preparó la evolución. Principal entre ellas: la “ingravidez”, que no es más que la ausencia del peso que nos mantiene pegados al suelo. Puede que flotar sin ataduras sea un sueño recurrente para los humanos, pero en la práctica el 45% de los astronautas que han experimentado esta situación han sufrido nauseas, vómito, migrañas y fatigas, mientras se adaptan al nuevo ambiente – máximo unas 72 horas.
Luego comienza la parte mala.
Aunque no lo parezca (aunque pases todo el día sentado/acostado pensando en algún día retomar el trote mañanero), tu cuerpo hace un esfuerzo diario del que no estás consciente, luchando contra la atracción gravitatoria del planeta. Aún sin el más mínimo ejercicio, los músculos tienen trabajo que hacer manteniendo la forma de tu cuerpo, y ejerciendo la fuerza necesaria para levantarte al baño en los comerciales. El espacio es el colmo de la inactividad. Sin el peso natural de tu cuerpo, los músculos se atrofian gradualmente haciéndote más débil con cada día que pasas flotando sin preocupaciones. Adicionalmente, los huesos también se van deteriorando (1% al mes) por la falta de peso que soportar. Básicamente, tu cuerpo no desperdiciará recursos en calcio o fibra que obviamente no necesitas. Súmale a esto una distribución anormal de fluidos internos (la cual te va hinchando la cara y afectando tu visión), y te darás cuenta que necesitaremos mucho más que ejercicio – y los pantalones ajustados que usa Chris en la imagen – para embarcarnos en viajes más largos por el inmenso vacío del universo: necesitaremos gravedad artificial. Un enorme reto de ingeniería.
Lo cual resulta algo confuso, porque la verdad es que Chris está siendo afectado por la gravedad de La Tierra casi tanto como nosotros. La diferencia es que él está cayendo, junto con la Estación Espacial, a más de 27 mil kilómetros por hora (mucho, pero mucho, más rápido que una bala). Tan rápido que no encuentra planeta con el cual estrellarse debido a la curvatura de nuestro punto azul (el efecto que llamamos “órbita”). A esa altura tienes gravedad; lo que realmente te trae problemas es la ausencia de la sensación de “peso”, que queda eliminada por la caída libre.
Ya el señor Hadfield se encuentra en La Tierra, pasando por terapias para adaptarse al esfuerzo de caminar entre nosotros, y aún con todas estas limitaciones que mencionamos, debemos reconocer el gran valor del esfuerzo que hizo por involucrarnos en sus aventuras espaciales. Sus videos nos ofrecieron algo muy necesario a todos los que lo vimos desde acá abajo: inspiración. Una muestra de lo que somos capaces cuando damos lo mejor de nosotros y asumimos los retos que se nos presentan con valentía. Una actitud indispensable si queremos avanzar la última de las fronteras.