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Finalmente, viernes. El día en el que resolvemos todo lo que aún queda pendiente en la semana con la esperanza de poder descansar dos días sin que se incendie la oficina (o el salón de clases) en nuestra ausencia. La vida es complicada. Hay mucho que hacer y muy poco tiempo. Hay gente con la que no se puede razonar – a veces en el espejo. Más de una vez habremos visto alguna noche las estrellas, tan calmadas e inmutables, deseando que se nos transmita un poco de esa paz para tenerla presente en nuestro día a día.

Me permito hoy recordarles, gigantes, a través de esta imagen enviada hace algún tiempo por la sonda Messenger (que orbita alrededor de Mercurio a 183 millones de kilómetros de nosotros) que, vista a la distancia, La Tierra no es muy diferente de una estrella, brillando en el firmamento de otro cielo. Esta preciosa fotografía nos muestra al planeta azul y a su Luna, con sus pequeños y preocupados tripulantes, viajando por el vacío, brillando plácidamente contra la negrura del cosmos.

No desaparecen, por supuesto, pero los problemas se hacen menos ante la perspectiva cósmica de la experiencia humana, que esta imagen nos transmite tan efectivamente. Recomiendo tenerla presente.

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