La súper luna

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Si han estado remotamente cerca de las redes sociales esta semana, de seguro han visto la noticia de que este domingo tendremos una “súper luna”, probablemente acompañada de una imagen donde nuestro hermoso satélite natural aparecía – como sacado de un comic de Batman – cubriendo la mitad del horizonte. Tal representación es una exageración (por ser amable) de una consecuencia natural de que la órbita de la Luna no sea un círculo perfecto. Hay un momento en el que está lo más lejos que puede estar (apogeo) y uno en el que está lo más cerca posible (perigeo). Como es evidente, la notamos un poco más grande cuando está más cerca de nosotros en su recorrido.

Lo que quizá no sepan es que este ciclo de acercamiento y alejamiento no es algo por lo que haya que esperar mucho. Cada mes la Luna tiene su apogeo y perigeo. Lo que los astrólogos (porque fueron ellos los que se inventaron el término) llaman “súper luna” es a la coincidencia entre la romántica fase de la Luna llena – en la cual recibe y refleja la luz del Sol sin interrupciones de La Tierra – con su máxima cercanía posible. A nadie parece llamarle la atención un “súper cuarto menguante”, y mucho menos una “súper luna nueva”.

En esta imagen pueden ver la diferencia de tamaño entre el perigeo y apogeo lunar. Tan significativo como añadir un par de 1011927_390976377689203_234587059_ncentímetros a un plato, y pulirlo un poco. Evidentemente, los que han estado viendo la Luna durante estas noches recientes, acercándose a su fase llena, no notarán un incremento tan pronunciado en tamaño o brillo. Esta es la diferencia entre sus extremos, pero el salto de uno a otro es gradual, como todo en la naturaleza. Poca diferencia notarán los astrónomos aficionados entre la luna de ayer y la de hoy (o la de mañana, así que no se sientan mal si por lluvia se lo pierden).

Más allá de la propaganda, nuestra Luna tiene muchas razones para ser considerada especial. Es el mayor satélite natural – relativo al tamaño de su planeta – del sistema solar. Estabiliza nuestra inclinación de manera que no andemos girando cual pelota por el cosmos (algo que sería muy poco digno),y esto a su vez mantiene a nuestro clima bajo patrones que, aunque a veces furiosos, son relativamente cíclicos y constantes. También es el único mundo ajeno a nuestro planeta que ha sido visitado por seres humanos – algo que haríamos bien en considerar mientras la admiramos esta noche: “hay personas que han caminado allí. Nada es imposible.”

Es cierto que la luna se aleja de nosotros (unos 4 cm al año) – y que, poco a poco, nuestra pálida pareja de baile le roba momento angular al giro del punto azul, luchando para que le mostremos siempre la misma cara, como ella lo hace con nosotros. Si se saliera con la suya, eventualmente nuestros días durarían más que los meses, y La Tierra y su Luna quedarían sincronizadas en su giro, separándose lentamente por causa de una inercia contra la que no se puede luchar. Una lástima que el Sol las consumirá a ambas mucho antes de que eso suceda. Al menos estarán juntas aún.

¿Soy solo yo, o el conocimiento acaba de hacer aún más romántica la observación lunar? Espero la disfruten, gigantes, y se pasen por acá posteando sus fotos de nuestra compañera espacial.

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