Como sabemos, la exploración de la naturaleza es una actividad dinámica, siempre abierta a la nueva información que se pueda obtener a partir de experimentos que rozan la frontera del conocimiento humano. Era necesario el mayor acelerador de partículas para encontrar el bosón de Higgs; también telescopios cada vez más modernos para la caza continua de exoplanetas en sistemas solares a muchos años-luz de distancia. Sin embargo, esto no significa que siempre se requiera de lo último para hacer descubrimientos. A veces, conviene revisar la información ya “pasada de moda”, reflexionando sobre las conclusiones que se obtuvieron en su momento, y quizá descubriendo algo que otros pudiesen haber omitido. No es común (la frontera puede ser muy cambiante, pero la base de la ciencia moderna es bastante sólida) pero, de vez en cuando, ocurre que alguna nueva información nos permite analizar algo que tuvimos en nuestro poder por mucho tiempo bajo una luz diferente, con grandes resultados.
Tal es el caso de la nueva luna que se ha descubierto orbitando Neptuno, el planeta más lejano de nuestro sistema solar. Ya me imagino la sorpresa de Mark Shoewalter (astrónomo en SETI) cuando – revisando imágenes de hace casi 10 años, del archivo del Telescopio Espacial Hubble – descubrió un puntito blanco persistente flotando con disimulo en todas las fotografías. Usando una técnica para identificar el movimiento de anillos en los planetas gigantes, finalmente lo confirmó: Neptuno tiene una decimocuarta luna – S/2004 N1 (justo cuando se le acaba de poner nombre a las nuevas lunas de Plutón). El pequeño satélite – de tan solo unos 20 kilómetros de diámetro – le da una vuelta a su planeta cada 23 horas (Casualmente, el número de años que tiene el Hubble orbitando La Tierra), y representa un hallazgo tan accidental como significativo. Un recordatorio de que el proceso científico debe estar siempre dispuesto a la expansión de sus modelos de la realidad, dado que la evidencia de la naturaleza así lo exija.
Ahora, ya que Neptuno es el dios romano de los océanos, ¿qué nombre les parece que le quedaría bien a este nuevo miembro de la familia solar?