Feliz lunes gigantes. ¿Qué tal estuvo su fin de semana luego de nuestro viernes de disfrute astronómico? Esperamos que la noticia de que se nos estaba retratando ese día desde la órbita de Saturno haya sido suficiente para alegrarles el día. Siempre es bueno tener presente la perspectiva cósmica de nuestra existencia en la jornada diaria, para recordar a través de ella lo afortunados que somos, y lo majestuoso del universo que tenemos la fortuna de habitar.
Esta imagen nos muestra el resultado de ese autorretrato. Debido a la alineación que el equipo de la sonda Cassini procuró intencionalmente, el planeta Saturno eclipsa la luz cegadora del Sol en esta toma – ofreciendo un hermosísimo contraste – y permitiendo que un pequeño mundo salga a relucir en la distancia. Un “punto azul pálido” para una nueva generación, que actualiza la que es quizá la mejor representación de lo que somos; más allá de nuestros logros y fracasos, de las metas alcanzadas y los retos aún pendientes, de nuestras culturas diversas muchas veces enfrentadas, de nuestra evolución biológica y hasta de nuestras personalidades individuales. Por sobre todas nuestras peleas, guerras, ideologías, “verdades”, opiniones, enemistades y rivalidades: Somos ese punto azul – pequeñísimo, frágil, rodeado de oscuridad. Una isla de consciencia en un océano que le es absolutamente hostil. El único lugar que – hasta el momento – podemos llamar “casa”.
No se alcanzan a distinguir las sonrisas que recomendamos el viernes pero, extrañamente, la fotografía en si misma logra producirlas – como si en efecto allí estuvieran, y fuesen contagiosas. Pienso que no hay imagen más poderosa para ilustrar el alcance de la mente humana, lo maravilloso del cosmos, y la inmensidad de la responsabilidad que recae actualmente sobre nuestros hombros. La ciencia nos ha permitido penetrar más allá de la penumbra de nuestra visión provincial, y descubrir así un universo no construido para nosotros; vasto y ajeno a nuestras ilusiones. Apenas comenzamos – como un bebé que recién se levanta en sus dos piernas – a explorarlo. Las caídas son inevitables, pero el futuro es claro: mientras más lejos nos aventuremos, más descubriremos no solo sobre los sitios que visitamos y la naturaleza fundamental de la realidad, sino sobre nosotros mismos. Mientras más lejos estemos de casa, aunque sea a través de emisarios robóticos (o la nave de la imaginación) más capaces seremos de apreciar lo afortunados que somos.
Es un placer compartir el mundo con ustedes, gigantes. Espero que cada día podamos entendernos todos un poco mejor.