El máximo solar

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A pesar de las amenazas de los voceros profesionales del desastre imaginario, el Sol no incendió nuestro planeta a finales del 2012, ni es probable que lo haga hasta un futuro muy distante. Con todo lo violenta que sabemos es la existencia de una estrella (son reactores nucleares naturales inimaginablemente grandes), nuestro Sol es relativamente estable; de no serlo, lo más probable es que no estuviésemos aquí. Esto no quiere decir que esté desprovisto de dinamismo, y que no se comporte erráticamente de vez en cuando. Ha podido observarse que cada 11 años se cumple lo que llamamos un “ciclo solar”, momento en el cual el campo magnético de la estrella que posibilita toda la vida en La Tierra se invierte. El norte magnético pasa a ser el sur, y viceversa. Esto cambia el flujo de todas las partículas cargadas que transitan dicho campo, siempre corriendo del polo positivo al negativo, y las consecuencias se sienten en todo el sistema solar.

En 3 o 4 meses, se estima que suceda de nuevo.

La inversión sucede por las diferentes velocidades a las que giran el ecuador y los polos de la estrella, que causan que los flujos magnéticos se estiren y doblen a medida que el material rota de manera asíncrona. Al momento en que el campo magnético está más estresado se le conoce como “máximo solar” y viene marcado por la aparición progresiva de manchas solares (esos puntos oscuros donde el plasma no puede estar normalmente por causas magnéticas), y un clima espacial aún más feroz al habitual – con llamaradas muchas veces más grandes que La Tierra escapando de la atmósfera solar. Afortunadamente, en este pequeño mundo azul contamos con nuestro propio campo magnético, que desvía estos ataques solares protegiendo nuestra atmósfera, y causando las ocasionales auroras cuando esas partículas alcanzan nuestros propios polos. Pero no todo es tan sencillo, ya que estas llamaradas también pueden causar problemas con las comunicaciones satelitales y servicios eléctricos, tan vulnerables a las partículas cargadas. Es algo que los ingenieros deben tener en cuenta constantemente para evitar interrupciones significativas en los servicios.

Así como el campo magnético terrestre nos protege contra estos fenómenos, el campo magnético del Sol sirve como escudo para todo el sistema solar, desviando el resultado de explosiones distantes como supernovas o el choque de enormes estrellas en nuestra galaxia. Resultará interesante medir esos efectos en el sistema solar exterior (más allá de la órbita de Plutón) durante la inversión magnética que pronto experimentaremos. Por supuesto, estos ciclos – con todo lo sorprendente de su escala y alcance – son parte regular de la naturaleza, y es algo que las formas de vida terrestres hemos experimentado por miles de millones de años sin siquiera saberlo. El Sol es la fuente energética de todo lo que somos. Ante los retos energéticos modernos, y los planes de exploración espacial, se hace esencial que sepamos todo lo posible sobre su funcionamiento.

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