Los hechos de la ciencia, al exponer la ausencia de propósito en las leyes que gobiernan el universo, nos fuerzan a tomar responsabilidad por nuestro bienestar, el de nuestra especie, y nuestro planeta. Por la misma razón, socavan cualquier sistema moral o político basado en fuerzas místicas, misiones, destinos, dialéctica, conflictos, o eras mesiánicas. Esto, en combinación con unas pocas convicciones intachables (como que todos valoramos nuestro propio bienestar y que somos seres sociales que nos afectamos unos a otros y podemos negociar códigos de conducta), causa que los hechos científicos militen hacia una moralidad defendible, adherida a principios que maximicen el florecimiento de los humanos, y otros seres conscientes.
Este humanismo, que es inseparable de un entendimiento científico del mundo, se está convirtiendo en la moralidad de facto de las democracias modernas, organizaciones liberales, y en la liberación de las religiones, cuyas promesas incumplidas definen las imperativas morales que enfrentamos hoy.
Steven Pinker – Profesor de psicología de la Universidad de Harvard y autor de “Los mejores ángeles de nuestra naturaleza: por qué la violencia a disminuido”.