Temo que esta advertencia de Sagan sobre el posible destino de su propio país es algo que todos tenemos que tomar mucho en cuenta en nuestros respectivos hogares. Muchas de las noticias que vemos diariamente en el mundo de habla hispana revelan que nos hace falta aún mucho criterio racional y científico – pensamiento basado en la evidencia de nuestros alrededores – en la toma de decisiones.
— “Tengo un mal presentimiento de una América en la época de mis hijos o nietos – cuando los Estados Unidos sean una economía de servicio e información; cuando casi todas las industrias clave de manufactura se hayan escapado a otros países; cuando los increíbles poderes tecnológicos sean manejados por unos pocos, y nadie representando el interés público pueda siquiera comprender los problemas; cuando la gente haya perdido la habilidad para establecer sus propias agendas o cuestionar con conocimiento a aquellos en autoridad; cuando, aferrándonos a nuestros cristales y consultando nerviosamente nuestros horóscopos, nuestras facultades críticas en decline, incapaces de distinguir entre lo que se siente bien y lo que es cierto, nos deslicemos, casi sin darnos cuenta, de vuelta hacia la superstición y la oscuridad.” –
-Carl Sagan
Hoy más que nunca es importante que reconozcamos, primero internamente, luego como sociedad, el incalculable valor de tratar de entender, y después actuar. La actitud contraria es la mayor causante de los conflictos que aún aquejan nuestro mundo – esos odios y tragedias que insistimos en reciclar (afortunadamente cada vez en menor medida) de épocas pasadas.
Si lográramos superarlos, tendríamos el poder de hacer lo que sea: alimentar a La Tierra entera, ser tan libres como nuestra condición humana nos permita, conservar el ecosistema de nuestro planeta y explorar este grandioso universo en el que flotamos tan frágilmente.
Por eso, la próxima vez que veas a un ser humano con el que estás en desacuerdo, esfuérzate en comprender la naturaleza de esa diferencia de opiniones. Trata de reconocer el contexto, y empodérate – a ti mismo y a esa persona – a través de ese conocimiento. Por sobre todas las cosas: no le hagas daño.
Su vida es valiosa. En todo el universo, no encontrarás a otro igual.
Mira al cielo. Hay suficiente espacio para todos.