Ham nació en la jungla. En el corazón de África – allí donde la especie humana encuentra también sus raíces lejanas – el pequeño chimpancé pasó sus primeros años entre los suyos. Aferrado al pelaje de su madre, navegó las ramas de los árboles bajo el cielo estrellado; destinado a una vida simple, en la superficie de un planeta remoto. Ni él ni sus pares cuestionaron nunca la naturaleza de las estrellas, ni soñaron con la posibilidad de salir de nuestro pequeño mundo. Su linaje evolutivo –el de los homínidos– los había separado hace unos 7 millones de años de sus primos más cercanos: los humanos. Cuando apenas tenía 3 años de edad, Ham se reencontró con esta familia perdida.
A bordo de la nave MR-2, del programa “Mercury”, las luces parpadeantes eran indicaciones claras de las acciones que se debían tomar. Recordando su entrenamiento, Ham –muy concentrado y en observación constante– presionó las palancas en el orden correcto, mientras el vehículo lo sacaba del planeta que lo vio nacer. Siendo una de las primeras misiones espaciales, varios problemas ocurrieron mientras Ham realizaba sus tareas: la trayectoria fue desviada, la capsula perdió presión (mientras el traje mantuvo ileso al pasajero), la aceleración fue mayor a la esperada y piezas menores se soltaron debido a la intensidad de las vibraciones.
Por un poco más de 6 minutos, Ham flotó en la ingravidez de la órbita terrestre, y pudo apreciar a La Tierra como ningún otro homínido la había visto antes. De esta familia, solo los humanos somos evidentes en nuestra posesión de pensamientos complejos, pero es indudable que nuestros primos peludos también observan y sienten, aunque poco entiendan sobre las maravillas que los rodean. Somos más como ellos de lo que muchos están dispuestos a admitir.
No hace mucho, en tiempo geológico, todos nuestros ancestros pensaban como Ham.
Al regresar a La Tierra, el chimpancé parecía bastante animado, recibiendo una manzana con una gran sonrisa, apenas afectado por la odisea. Cuando falleció, 17 años después, Ham tuvo el entierro de un héroe en el Salón de la Fama Internacional del Espacio, en Nuevo México, por haber ayudado a sus primos humanos en una carrera que en realidad nunca comprendió.
“El primer homínido en el espacio” fue uno de los pocos hitos en los que los Estados Unidos derrotaron a la Unión Soviética, durante la carrera espacial. Por su parte, los rusos lanzarían el primer satélite (Sputnik 1), el primer animal en el espacio (Laika), el primer objeto en alcanzar la Luna (Luna 2), el primer hombre en el espacio (Yuri Gagarin), la primera mujer en el espacio (Valentina Tereshkova) y el primer objeto en alcanzar otro planeta (Venera 3, Venus).
Para crédito de los americanos, al final lograron hacerse con el premio mayor: como sacado de la ciencia ficción, el Apolo 11 llevó a 3 humanos a la Luna y los trajo de vuelta a nuestro mundo. Aún hoy –45 años después– las huellas de Neil Armstrong y Buzz Aldrin permanecen en la superficie lunar, inalteradas debido a la ausencia de atmósfera. Junto a ellas, una bandera de su país que el Sol ha pintado de blanco con el tiempo, y una placa con las palabras:
“Aquí los hombres de La Tierra pisaron la Luna por primera vez. Julio 1969. Vinimos en paz, por toda la humanidad”.
Sin duda, la frase resulta más optimista que realista, al considerar las tensiones bélicas que motivaron la carrera espacial, pero lo cierto es que en ella reside una gran verdad: solo internalizando la paz y la cooperación podrán los seres humanos seguir visitando otros mundos, no solo en nombre de la humanidad, sino de todas las formas de vida terrestres –la gran familia del punto azul.
Por Ham, cuya vida simple en la jungla fue cambiada para siempre, nos debemos continuar el viaje que comenzó en África hace tantos millones de años.
El cosmos nos espera.
no se como será el futuro ser humano, pero lo cierto es que muchos humanos actualmente tienen menos conciencia sobre el universo que lo que tuvo este chimpancé Ham.
Al igual que lo dijo Elon Musk, el Universo debe ser explorado ya sea por cultura o por supervivencia, solo tenemos una atmósfera y si se destruye deberemos emigrar al espacio exterior.