Visita a las profundidades

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Buen día gigantes. Hoy continúo mi recopilación personal del top 20 de eventos significativos del 2012. Una lista de los momentos que me hicieron pensar sobre nuestra especie, su futuro, su lugar en este planeta y el universo. Hoy comenzamos con el top 10:

10) James Cameron baja al punto más profundo del océano (y vuelve a salir…)

Un hecho que siempre me ha parecido sorprendente es que sepamos tanto sobre el espacio exterior – desde el Big Bang hasta el posible fin del universo – y tan poco, relativamente, sobre el ambiente en la profundidad de nuestros océanos, aquí mismo en La Tierra. Sin embargo, no es difícil darse cuenta del porqué. El cielo nos llama. Todo el día estamos sometidos al brillo incandescente del Sol, y perplejos ante la suave luz blanca de la Luna y las estrellas, que cuelgan como perlas de la bóveda nocturna. El cielo es accesible – aunque sea de vista – y ha llamado la atención de nuestros ancestros por miles de generaciones. El océano, por su parte, es oscuro e impenetrable. Cubriendo sus secretos con una capa fría que solo se aclara en las costas, como una invitación que oculta pobremente una trampa mortal. No que el espacio sea más amistoso, cuando se trata de visitarlo, pero sin duda que se deja ver con mayor facilidad.

Por eso encuentro tan significativo que otra persona haya realizado el viaje de 2 horas y media para explorar ese mundo – casi alienígena – que existe a 11 Km de profundidad bajo el nivel del mar. Un sitio donde no llega la luz del Sol, donde la presión del agua que reposa sobre el explorador es más de mil veces la presión a la que estamos acostumbrados en la superficie. Cameron afirmó no ver peces en este último viaje, pero si criaturas como moluscos, viviendo de las emisiones térmicas que salen de la corteza terrestre. La vida busca la forma de existir y persistir. Un dato interesante es que estas criaturas, cuya existencia hace algunos años desconocíamos, serán las últimas sobrevivientes del planeta Tierra, cuando la superficie se caliente demasiado para la vida como la conocemos aquí arriba, dentro de un par de miles de millones de años.

Formas de vida aún más resistentes podrían existir en los mundos oceánicos del sistema solar externo – Europa y Encélado – viviendo a partir de una química independiente del Sol que les queda tan lejos.

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