Los ríos secos del planeta rojo

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Han sido excelentes noticias las que nos envió recientemente el Curiosity desde Marte, confirmando que en Marte en efecto existieron los cuerpos de agua líquida permanentes que habrían permitido la existencia de vida como la que vemos (y somos) aquí en La Tierra. Al parecer la región que explora actualmente Curiosity fue en algún momento muy húmeda, probablemente el fondo de un lago alimentado por ríos. Esto es increíble. Analicémoslo por un momento: agua fresca, como la de los deliciosos ríos de La Tierra – o quizá apenas ligeramente salada – fluyendo libremente por la superficie marciana. Es un hecho que dispara la imaginación.

Cuando los primeros emisarios robóticos terrestres llegaron al planeta rojo, nos dibujaron una imagen desértica y fría de nuestro vecino, pero luego de muchos años de exploración, ahora sabemos que Marte oculta un pasado rico y dinámico, evidenciado en cada una de sus rocas, y en el hielo que aún hoy continúa atrapado en sus casquetes polares. La pregunta que aún nos falta responder es central para nuestra visión del cosmos: ¿Efectivamente albergó vida en algún momento de su historia?

Sería monumental encontrar evidencia de alguna antigua forma de vida microbiana en Marte; aún más con las implicaciones para nuestras estimaciones de la frecuencia con la que se produce la vida en el universo. Imaginen, si la vida pudo existir en dos planetas de un mismo sistema solar (ya sea de origen común o separado); si las condiciones se dieron en dos mundos de una sola estrella – tan solo una de los cientos de miles de millones de estrellas en nuestra galaxia – ¿cuántos ecosistemas no pudiesen existir allá afuera? Más emocionante aún, ¿Cuántas civilizaciones no podrían estar explorando justo ahora sus planetas vecinos tratando de averiguar si están solos, o no, en el universo?

Por el momento la búsqueda continúa, y el éxito está lejos de ser seguro, pero la evidencia indica que vamos en la dirección correcta. Como decía Sagan: “La vida busca vida”. Ultimadamente, entender el universo es entendernos a nosotros mismos.

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