La dama radioactiva

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En un mundo en el que los estereotipos sociales aún afectan negativamente la participación de las mujeres en el ámbito de la investigación científica (como lo demuestran estudios recopilados por el Instituto de Tecnología de Nueva Jersey – http://bit.ly/1emxKk1), cuesta creer que ya hayan pasado 146 años desde el nacimiento de Marie Curie – uno de los principales iconos de la increíble capacidad humana (no solo femenina) para acceder progresivamente al conocimiento sobre el cosmos, a costa de cualquier obstáculo.

Según estos estudios, las mujeres (en USA) solo representan el 24% de la población laboral en campos relacionados a las matemáticas, tecnología, ingeniería y ciencias básicas, a pesar de ser el 49% de la fuerza total de trabajo de ese país. Esto a causa de los mismos prejuicios que Madame Curie enfrentó – y derrotó – cuando estudió de forma clandestina, eventualmente convirtiéndose en la primera mujer en ganar un Nobel (la única persona en hacerlo en dos áreas diferentes), y la primera profesora mujer de la Universidad de París. La descubridora del Polonio, el Radio, el fenómeno de la radioactividad – y promotora de su investigación para usos médicos – es sin duda uno de los seres humanos con más logros en toda nuestra historia; reconocida como tal en la comunidad científica.

Sin embargo, al día de hoy, una mujer que trabaje en ciencia aún gana en promedio el 86% de lo que se le paga a un hombre con las mismas capacidades y experiencia, mientras se refuerza erróneamente el estereotipo social de que son menos capaces en áreas técnicas que sus contrapartes masculinos (un estereotipo que se hace cierto si se repite lo suficiente pues – en estudios controlados – las niñas a las que se les advierte que los hombres son mejores en la prueba a realizar suelen tener un desempeño notablemente inferior al de las niñas a las que no se les predispone de esta forma).

Al final, con todos los beneficios tecnológicos y médicos que nos ha traído el trabajo de la Dama Radioactiva, haríamos bien en recordarla también como símbolo del trabajo social que aún tenemos por delante. Da escalofríos pensar la cantidad de grandes pensadoras que no han podido manifestarse debido a que alguien les hizo creer que su lugar era la cocina, o peor. Cada mente humana es un universo de posibilidades, y nada menos que ese reconocimiento será necesario para encarar con valentía los retos de este siglo que apenas comienza, y así avanzar la frontera de nuestra compresión conjunta.

Feliz cumpleaños no solo a ella, sino al ideal de equidad que aún hoy representa.

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