Miles de millones de mundos

0

Mientras la galaxia se mueve en su conjunto por el inmenso vacío del universo, arrastrando gravitacionalmente 200 mil millones de soles, el ser humano – uno de los humildes habitantes de uno de sus rincones – ve hacia arriba y se pregunta cuántos amaneceres son contemplados por seres como él. De todas esas estrellas, incontables y lejanas, presentes pero ausentes en nuestra experiencia diaria, cuántas se levantan heroicas en el horizonte de mundos poblados, iluminando vidas que nos son inaccesibles.

La pregunta es tan antigua como nuestra capacidad para formularla; su respuesta tan oscura como la noche que la inspiró: ¿hay alguien ahí afuera, o estamos terriblemente solos en toda esta vastedad?

El cosmos nos llama a investigarlo. Nuestra consciencia recién nacida exige saber si solo en este rincón remoto de la galaxia – en este planeta minúsculo – los átomos se han organizado en formas capaces de entender algo sobre la incalculable complejidad que los rodea, e incluso sobre sí mismos.

Por ello lanzamos nuestra mirada al firmamento. Como hermanos separados durante la más temprana infancia, la vida busca vida flotando entre las estrellas; armada tan solo con el conocimiento de lo que en nuestro mundo resulta clave para su sustento y sobrevivencia: agua en estado líquido – cortesía en La Tierra de un Sol a la distancia correcta, una atmósfera protectora, y un sistema solar en el que abunda el compuesto.

Una de las ventanas más prolíficas para este modesto censo galáctico ha sido el Telescopio Espacial Kepler – instrumental en la identificación de cientos (quizá miles) de planetas que orbitan otros soles. Tal abundancia de información le permitió a los astrónomos estimar durante el 2013 el número de planetas como el nuestro – en cuanto a tamaño y distancia de su Sol – que existen en la Vía Láctea: alrededor de 1 de cada 5 estrellas como la nuestra tienen un planeta en la órbita correcta – unos 10 mil millones de mundos (más que todos los humanos de La Tierra).

Esta información solo hace más inconcebible la idea de que realmente podamos estar solos en el universo, pero también ilustra claramente las dimensiones de la tarea que tenemos por delante. Como un grano de sal escondido en una montaña de arena, en algún lugar de la galaxia – muy probablemente – hay un mundo donde otros seres vivos contemplan la misma marca que adorna nuestras noches, extendiéndose preciosa por el cielo.

Tal vez algunos de ellos se hacen las mismas preguntas, mientras aprecian nuestro Sol, apenas distinguible en la distancia.

También podría gustarte
Deja una respuesta

Su dirección de correo electrónico no será publicada.