La teoría del todo

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La búsqueda de una “teoría del todo” suena bastante justificada. ¿Quién podría no querer tener un único marco teórico capaz de explicar todo lo que sucede en el universo en el nivel más fundamental? Tener a todas las fuerzas de universo unificadas matemáticamente significaría entender y predecir algunos de los fenómenos más complejos con tanta seguridad como la salida del Sol en las mañanas. Nuevos conocimientos y maravillosas tecnologías nos podrían estar esperando al lograr combinar la gravedad con las otras tres fuerzas de la naturaleza. No obstante, no está completamente fuera de lugar el preguntarse por qué una teoría del todo. ¿Por qué debería la gravedad manifestarse en la escala de los átomos, si es tan débil que apenas se siente en la escala de los planetas?

Richard Feynman dijo célebremente en una entrevista que él no buscaba una teoría del todo; solo trataba de entender el universo, tal cual era. Pudiese parecer que empeñarse en la existencia de un solo marco de referencia matemático es decidir a priori lo que vas a descubrir, cosa que todos podemos reconocer como mala ciencia. Les alegrará saber que no son solo buenos deseos los que llevan a los científicos a querer unificar las fuerzas fundamentales de la naturaleza. Es más una tendencia que podemos rastrear al mismísimo Newton, y posteriormente a una de las mentes más influyentes del siglo 19 (quien cumplió años ayer y vergonzosamente omití): James Maxwell.

Isaac Newton es considerado por muchos como el padre de nuestro conocimiento físico actual por haberse dado cuenta de que la fuerza que causa que los objetos caigan a la tierra es la misma que mantiene a los astros en su órbita. Dos fenómenos en escalas enormemente diferentes, que siguen un mismo principio – una misma ecuación – que permitía predecir sus movimientos en estupendo detalle. Maxwell, por su lado, descubrió que la electricidad, el magnetismo y la óptica eran todas manifestaciones de un mismo fenómeno: el electromagnetismo. Es un hecho increíble de la naturaleza que exista una sola explicación para el funcionamiento de un imán, la ira de una tormenta eléctrica y los colores del arcoíris. La naturaleza nos está diciendo algo: la complejidad parece emerger de principios simples; como dijo Darwin sobre la evolución de las especies a partir de humildes inicios.

Sabemos que hace 13,7 miles de millones de años toda la materia y energía del universo estaba concentrada en un espacio microscópico; toda la gravedad, interactuando a nivel cuántico. Lo mismo sucede en un agujero negro – y en ambos sitios termina nuestro conocimiento. La teoría del todo es más que una ilusión de los físicos teóricos, es la continuación de la historia natural. Es necesaria para entender el cosmos. Como la musa del artista, el universo juega con nuestro entendimiento, retándonos a descifrar sus misterios.

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