La estrella de cabello largo

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evening-star-3Por cientos de miles de años, el ser humano ha admirado perplejo el movimiento cíclico de los astros en el cielo, buscando patrones que revelaran los secretos de la inmensidad. Incontables civilizaciones se enamoraron perdidamente del Sol y de la Luna; objetos que pasaron a ocupar lugares de honor en sus panteones, adorados como dioses capaces de grandes bondades y terribles venganzas. Por mucho tiempo los caminantes observaron maravillados el brillo hermoso de “la estrella de la mañana” –el nombre dado al planeta Venus durante sus apariciones matutinas, siempre cercanas al horizonte.

Tapisserie de Bayeux - Scène 32 : des hommes observent la comète de HalleyPara los griegos de la antigüedad –que ponderaban con frecuencia la naturaleza de las estrellas– la palabra “planeta” significaba “viajero”, y simbolizaba aquellos puntos de luz errantes que cruzaban el cielo en trayectorias incomprensibles, sin duda como resultado de algún capricho divino. Por otra parte, para los mensajes esporádicos que estos dioses enviaban a sus súbditos, avisando de grandes cambios o tragedias, los griegos tenían aun otra palabra reservada: “Cometa” –la estrella de cabello largo.

En todos los sentidos, el cielo existía para beneficio exclusivo de los que habitaban La Tierra.

Tomaría hasta el advenimiento del pensamiento científico, a mediados del siglo 16, que los humanos nos diéramos cuenta finalmente de la realidad: el universo no gira a nuestro alrededor, ni se preocupa por los eventos que se dan en nuestro pequeño mundo. Somos un punto de luz más, vagando en el vacío.

Esos supuestos mensajes que tanto aterraron a nuestros ancestros pre-científicos resultaron ser tan solo los residuos helados de la formación del sistema solar, siguiendo órbitas extremadamente alargadas alrededor de nuestra estrella. Estas rocas, atadas débilmente por su propia gravedad, se calientan a tal extremo durante sus acercamientos al Sol que comienzan a sublimarse (pasar directamente de sólido a gaseoso), y grandes chorros de material salen disparados hacia el espacio que van dejando atrás. Para maravilla de los que observamos la noche, mucho de este polvo estelar termina cayendo posteriormente en nuestro mundo, en la forma de lluvias de estrellas como las famosas Perseidas.

En más de una forma, los cometas resultan siempre adornos sorprendentes a su paso. Son visitantes de los extremos más recónditos de nuestro vecindario solar, y testigos lejanos de la formación caótica de nuestro mundo.

Ya era hora de devolverles el favor.

McNaught2-NASA

Por primera vez en la historia de nuestra especie, el 6 de agosto del año 2014, una máquina fabricada por humanos visitó –con la intención de quedarse– una de estas estrellas de cabello largo. Luego de 10 años de viaje, usando a La Tierra y a Marte como trampolines gravitacionales, la sonda Rosetta de la Agencia Espacial Europea (ESA) finalmente alcanzó al cometa 67/P Churyumov-Gerasimenko.  A más de 540 millones de kilómetros del Sol, el cometa viaja casi desnudo por el sistema solar (sin la gran cola de material que acostumbramos asociar a ellos) , y Rosetta logró acercarse rápidamente usando sus cohetes, mientras se obtiene la información necesaria para calcular una órbita estable a unos 30 km de distancia.

rosetta_aug32014_1440.jpg.CROP.original-originalDurante un año entero podremos observar imágenes inéditas del objeto, detallando las cicatrices de su superficie, el aspecto de sus rocas, y el misterio de su forma bipolar (aparentemente común entre los cometas). Eventualmente, el módulo Philae descenderá sobre la superficie para estudiar su composición química y estructura, enseñándonos aún más sobre las condiciones en el sistema solar hace 4,600 millones de años –cuando La Tierra nacía.

La tarea antes impensable de visitar los astros del firmamento apenas comienza, pero ya muchos de sus secretos se han revelado a los simios más curiosos del tercer planeta desde el Sol. El resto está esperando que encontremos el valor y la voluntad para continuar el viaje.

Nos hemos convertido en los viajeros que imaginaron nuestros ancestros.

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1 comentario
  1. […] colocar una nave virtualmente donde queramos dentro del sistema solar, en condiciones que eran absolutamente impensables para nuestros ancestros. Desde Galileo, Newton, Einstein, los científicos de la ESA que ahora […]

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